Esta carta es el testimonio vivo de un Padre
Mi hijo nació como todos los niños, de una manera normal. Ese día, no pude estar presente en la clínica porque tenía que viajar. Debido a una serie de compromisos de trabajo, en mi ausencia, aprendió a comer, a caminar, a hablar y a correr, todo fue de una manera sorprendente.
¡Que rápido creció mi hijo!
Siempre me decía: “Papá, algún día voy a ser como tú”
…al ausentarme de casa me preguntaba ¿Papito cuándo regresas? Yo contestaba, “No lo sé hijo, tal vez muy pronto” Te prometo que después jugaremos juntos. Ya lo verás.
Al cumplir los diez años de edad me dijo: “Gracias por la pelota que me regalaste” ¿Quieres jugar conmigo?
“Hoy no puedo hijo tengo mucho que hacer” “Esta bien papá, será otro día“, y se fue corriendo.
Y repetía siempre: “Yo quiero ser como mi papá”.
…¡Cómo pasa el tiempo tan rápido!
Mi hijo terminó la universidad, al verlo todo un hombre le dije: “estoy orgulloso de ti, siéntate hablemos un rato”, él me respondió: “hoy no papá tengo muchas actividades, por favor ¿Puedes prestarme el auto para visitar algunos amigos?”.
Cuando me jubilé, mi hijo vivía en otro distrito, lo llamé muy emocionado para compartir un momento de alegría y le dije: “hola hijito quiero verte”. Su respuesta fue:
“Como me encantaría padre, pero es que no tengo tiempo, tu sabes, los compromisos, el trabajo, los niños… a veces no se puede, pero gracias por llamarme, fue hermoso oír tu voz”.
Al colgar el teléfono ME DI CUENTA que en verdad mi hijo había cumplido su promesa. “ERA COMO YO” Quise rectificarme pero era demasiado tarde.
No os engañéis; Dios no puede ser burlado, pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará…
…lo que siembras, cosechas…